22 años de Magia
Desde mi primer truco de verano hasta convertirme en mago con maestros legendarios, acompáñame en este viaje lleno de sorpresas, curiosidad y magia.
Mi primer contacto con este arte, oficio y profesión (la segunda más antigua, ya imaginarás cuál es la primera) viene en el 2002, cuando tenía apenas 7 años. Fue en un taller de verano de la Municipalidad de San Borja, del cual mi mente solo recuerda pequeños clips, que a este punto ya no sé si son imaginarios o factuales (pero en en ambos casos, reales).
Recuerdo un lápiz forrado color crema, que con una lengüeta oculta, permitía una convincente ilusión de atravesar un billete, de entrada y salida, dejándolo intacto. Recuerdo también un truco con 4 o 5 cartas con dibujos y una cuenta óptica o Elmsley (secreto de magos), del cual solo recuerdo la habilidad del profesor para dibujar (le di una carta YuGiOh! de referencia de la cual copió la ilustración casi exacta). Ahora pienso: ¡qué dedicación la de ese profesor!, ya que no éramos los únicos alumnos.
Y como gran final, recuerdo una bolsa y una varita que con un ABRACADABRA, hacía aparecer una paloma, que salía volando! (escribiendo esto me percato las gigantes chances que la paloma nunca haya existido, y sea solo mi memoria enseñándome su potencial en crear mitos...).
Pero es recién en el 2007, a los 12 años cuando recuerdo por primera vez ser sorprendido e intrigado, al presenciar un efecto de magia realizado por mi tío Nano. Un vaso pequeño de vidrio medio lleno con agua en la mesa. Me pidió una moneda. Le di una de 10 céntimos. Inmediatamente sacó un opaco pañuelo negro y cubrió la moneda debajo de este. Me pidió que sienta a través del pañuelo, para que diera fe que seguía ahí, y que la coloque, pañuelo y moneda, encima del vasito transparente.
Luego recuerdo que me vio a los ojos, y me dijo que suelte la moneda, y lo hice. Sentí y oí que la moneda cayó dentro del vaso, y hasta aquí todo normal, hasta que tras un pase mágico, mi tío retiró el pañuelo revelando que el vaso estaba, para mi primigenia sorpresa, sin moneda, y solo con agua.
Trato de recordar las emociones y pensamientos que vinieron a mí: hubo una sorpresa inicial y luego una inmensa curiosidad y necesidad de entender cómo es que había sido posible esto que acaba de presenciar. No le atribuí poderes a mi tío, ya que sabía que recién había comprado ese truco, y menos creí qué ese objeto había desaparecido en realidad sabía que había un secreto, y no me iba a quedar tranquilo hasta que lo revelara.
Esta sensación no duró mucho, ya que convencí rápidamente a mi tío de que me contara cómo es que lo había hecho. Y así como un “mal mago” o un buen tío, me reveló el secreto detrás del milagro con el vasito. Y fue ahí que me picó el bichito de la magia, insertando el mi sistema el veneno/antídoto que es la magia.
Poco después empecé a tomar clases particulares, una vez por semana con el maestro de magos peruanos, Guillermo Khalid Carranza, y con ellas llegó mi formación en la magia. Mágicamente, como suele ser la vida, descubrí que Guille cumplía años el 18 de septiembre, igual que mi padre. Así, con el tiempo, él también se fue convirtiendo en mi 'padre mágico'.
Khalid insistió en que gran parte de mi formación se basara en ver magia. Ya que era imposible hacer buena magia, sin haber primero visto buena magia.
Una base fueron los especiales de World Greatest Magic, con los que fui enriqueciendo mi léxico de efectos y estilos de magia. Franz Harary, Tony Hassini, David Williamson, Bill Malone, Bob Arno, The Amazing Jonathan, Lance Burton, David Copperfield, Galina, Juliana Chen, Tom Mullica, Rene Lavand, Topas, Tabary, Juan Tamariz, Bebel, Jeff McBride, Mac King, Max Maven, The Pendragons, Sigfried y Roy, Penn and Teller son algunos de los que estaban (y no estaban) en los especiales.
Paralelamente, fui aprendiendo efectos de magia, de menos a más, cada uno a su velocidad y ritmo necesario.
Actualmente habiendo enseñado yo magia, puedo comprender el cuidado y atención que hay que tener con la metodología y ritmo de enseñanza: el cual debe ser balanceado y ordenado, sin llegar a aburrir o sobrecargar al alumno. ¡Gratitud infinita a ti Guille!
A decir verdad, a ratos sí me sentí aburrido, pero considero que esto fue clave para incentivar mi creatividad y permitir el tiempo de práctica que se requiere en este arte. Un factor contribuyente a este punto de la práctica fue el hecho de estar en una etapa escolar, con el tiempo libre y la curiosidad de un escolar. Esto me permitió el tiempo para ensayar y la oportunidad de practicar magia todos los días, todo el día.
Las clases de dos horas se alargaban a tres, cuatro o hasta cinco. Pasé por todas las ramas de la magia, desde cartas y esponjas, hasta mentalismo y palomas. Fue así que me adentre en el mundo de la magia moderna. Aprendiendo y practicando magia de cerca, salón y escenario.
Casi 4 años de formación terminaron con una frase de Khalid hacia mi madre: Ya no tengo más que enseñarte, ahora te toca a ti seguir por tu cuenta.
Y esto fue solo el inicio...
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